En Mayo de 2007 la FDA (US Food and Drug Administration) emitió una alerta concerniente al posible incremento del riesgo de eventos isquémicos cardiovasculares en pacientes a los cuales se les prescribía rosiglitazona. Esta decisión fue motivada por los resultados de un gran meta-análisis en el cual se concluyó que el empleo de rosiglitazona incrementaba un 43% el riesgo de infarto agudo de miocardio y posiblemente la mortalidad cardiovascular. Aquellos datos resultaron particularmente alarmantes por cuanto a las tiazolidindionas se les atribuían unos no probados efectos metabólicos que reducirían el riesgo de eventos isquémicos cardíacos. Desde entonces se publicaron un número elevado de informes adicionales empleando técnicas meta-analíticas alternativas, nuevos meta-análisis, resultados de nuevos ensayos clínicos y estudios observacionales, tanto sobre la rosiglitazona como sobre la pioglitazona, con resultados dispares con respecto a los eventos cardiovasculares adversos de estos agentes. En Noviembre de 2007, tras las deliberaciones de un comité de expertos, la FDA decidió no retirar del mercado la rosiglitazona, si bien se decidió advertir sobre los potenciales riesgos de inducir síndromes coronarios agudos, particularmente en aquellos pacientes con enfermedad coronaria que tomaban nitratos y en aquellos bajo terapia insulínica a los cuales se les añadía rosiglitazona.