Distintos modelos predictivos que han evaluado el beneficio neto del tratamiento anticoagulante en pacientes con fibrilación auricular (FA), teniendo en cuenta por un lado la prevención de eventos tromboembólicos y por otro el sangrado mayor (especialmente intracraneal), sugieren que la anticoagulación con antagonistas de la vitamina K sería recomendable en pacientes con un riesgo de ictus ≥ 1,7%/año. Mientras, para los nuevos anticoagulantes orales de acción directa, asociados a una menor incidencia de hemorragia intracraneal, el tratamiento debería ser considerado en pacientes con un riesgo de ictus ≥ 0,9%/año. Hoy en día, existe consenso en la indicación de anticoagulación para los pacientes con CHA2DS2-VASc ≥ 2 (con un riesgo de ictus superior a estas cifras) y en la ausencia de beneficio del tratamiento antitrombótico en los pacientes con CHA2DS2-VASc = 0 (con un riesgo de ictus muy bajo). Por tanto, el debate se centra en los pacientes con CHA2DS2-VASc = 1, donde el riesgo estimado de ictus sin tratamiento antitrombótico varía según los diferentes estudios del 0,6% a más del 2,5% por año.