La disfunción sistólica VI severa se asocia con frecuencia a filtrado glomerular bajo debido a la reducción de la perfusión renal. A la inversa, el filtrado glomerular reducido se asocia con un riesgo incrementado de eventos cardiovasculares en la población general, en los pacientes con disfunción sistólica VI, en los pacientes con cardiopatía isquémica y en los pacientes con insuficiencia cardiaca. Por otro lado, el empeoramiento de la función renal se asocia con un pronóstico adverso en los pacientes con insuficiencia cardiaca.
El tratamiento actual de las descompensaciones de la insuficiencia cardiaca se centra en reducir la precarga con diuréticos, venodilatadores o ultrafiltración y en reducir la poscarga con vasodilatadores del tipo de los IECA o ARA-II. Todos estos fármacos pueden aumentar la creatinina sérica y empeorar la función renal. Sin embargo, los IECAs y ARA-II retardan la progresión de la nefropatía y mejoran el pronóstico cardiovascular en los pacientes con insuficiencia renal.
No es infrecuente que los clínicos ante una elevación de la creatinina sérica en un paciente con insuficiencia cardiaca reduzcan o suspendan la administración de diuréticos y de inhibidores ECA (o ARA-II). Sin embargo, no esta aclarado si se precisan estos ajustes de tratamiento y es posible que hasta sean contraproducentes.
En el estudio ESCAPE, el riesgo de muerte y rehospitalización a los 6 meses en pacientes con insuficiencia cardiaca sistólica con FE igual o inferior a 0.30 se relacionó mas con la creatinina basal (al ingreso) que con los cambios de la creatinina durante la hospitalización. Las elevaciones de creatinina superiores a 0.3 mg% no tenían gran impacto sobre el pronóstico.
En pacientes con insuficiencia cardiaca, el uso agresivo de diuréticos e IECAs (o ARA-II) puede mejorar los síntomas y el pronóstico aunque resulte en elevaciones de la creatinina sérica. En un estudio de pacientes con disfunción sistólica posinfarto, el empeoramiento de la función renal solo agravó el pronóstico en los pacientes tratados con placebo pero no en los pacientes tratados con captopril.
Los antecedentes de hipertensión, diabetes y el uso de tiazidas se asocian con un empeoramiento de la función renal.
Los cardiólogos han sido poco partidarios de usar los IECA/ARA-II en los pacientes con insuficiencia cardiaca e insuficiencia renal a pesar de la clara evidencia de su beneficio en los pacientes con insuficiencia renal. Lo único que se precisa es extremar la vigilancia de los niveles de potasio.
Lo que está fuera de toda duda es la extraordinariamente elevada mortalidad en estos pacientes con síndrome cardiorenal. De ahi, la necesidad de investigar mas los mecanismos subyacentes y las estrategias terapéuticas.
Weinrauch LA y cols. Mapping directions for the cardiorenal conundrum. J Am Coll Cardiol 2008;51:1275-76.[Pub Med] [Texto completo]