La aspirina reduce la mortalidad tras la cirugía de revascularización coronaria
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La revascularización coronaria quirúrgica se hizo por primera vez hace casi cuatro décadas. En la actualidad, casi 1 millón de pacientes son revascularizados quirúrgicamente cada año y es probable que este número aumente de forma notable debido al envejecimiento de la población y a la disponibilidad creciente de esta terapia en India y China.
A pesar de los avances en la técnica quirúrgica, la preservación miocárdica, la monitorización hemodinámica y los cuidados intensivos, las tasas de complicaciones de la cirugía coronaria continúan siendo preocupantes, especialmente en los pacientes ancianos, en los mas graves y en los sometidos sin éxito a una intervención coronaria percutánea. De hecho, estos pacientes de alto riesgo representan en la actualidad la mayoría de los pacientes que son sometidos a cirugía coronaria, lo que hace que la tasa de complicaciones sea del 15% o mayor, afectando no solo al corazón sino también al cerebro, riñones y tracto gastrointestinal. Además, como durante mucho tiempo no se han contabilizado estas complicaciones, no se ha identificado una terapia preventiva de las mismas.
Se sabe que la reperfusión de órganos vitales se asocia con una respuesta inflamatoria intensa, que precipita la activación de las plaquetas y de otras células y su adherencia al endotelio dañado, con la consiguiente trombosis intravascular y, eventualmente, la isquemia o el infarto del órgano reperfundido. Por ello, en los pacientes sometidos a revascularización quirúrgica se han investigado, aunque con éxito limitado, terapias que inhiben la activación y adhesión de las plaquetas, que atenúan la liberación de complemento y citoquinas y que bloquean la entrada del calcio en las células. Pese a que la antiagregación plaquetaria es actualmente la piedra angular de la prevención primaria y secundaria en los pacientes con enfermedad coronaria aguda y crónica, esta terapia no se ha usado en pacientes quirúrgicos salvo para mejorar la patencia tardía de los injertos venosos. El temor al sangrado ha prevalecido y ha motivado la suspensión preoperatoria de la terapia con aspirina, la neutralización brusca de la terapia antitrombótica e incluso el uso de fármacos antifibrinolíticos para promover la coagulación durante el periodo de reperfusión precoz. Por otro lado, tras la reperfusión quirúrgica son frecuentes la trombocitopenia y la disfunción plaquetaria, lo que ha llevado a los clínicos a asumir que cualquier interferencia adicional con la función plaquetaria sería inefectiva y potencialmente peligrosa.
Para investigar estos temas, Mangano y cols realizaron un estudio prospectivo en el determinaron la incidencia de eventos isquémicos fatales y no fatales del corazón, cerebro, riñones y tracto gastrointestinal tras la cirugía de revascularización coronaria y el efecto sobre estas complicaciones del uso de la aspirina inmediatamente después de la revascularización.
Se estudiaron prospectivamente 5065 pacientes sometidos a cirugía de revascularización coronaria en 70 hospitales. De ellos, 5022 pacientes sobrevivieron las primeras 48 horas tras la cirugía. Se reunieron datos sobre 7500 variables por paciente y se evaluaron los resultados de forma centralizada. El foco primario de investigación fue averiguar la relación entre el uso precoz de aspirina y las complicaciones fatales y no fatales.
Durante la hospitalización mueriron el 3.2% de los pacientes y el 16% tuvieron complicaciones isquémicas no fatales cardiacas, cerebrales, renales o gastrointestinales. En los pacientes que recibieron aspirina (hasta 650 mg) en las primeras 48 horas tras la revascularización, la mortalidad fue del 1.3%, comparada con el 4.0% en los pacientes que no recibieron aspirina en este periodo (P<0.001). La terapia con aspirina se asoció con una reducción del 48% de la tasa de infarto de miocardio (2.6% vs 5.4%; P<0.001), del 50% de la tasa de ictus (1.3% vs 2.6%; P=0.01), del 74% de la tasa de insuficiencia renal (0.9% vs 3.4%, P<0.001) y del 62% de la tasa de infarto intestinal (0.3% vs 0.8%, P=0.01).
El análisis multivariado demostró que ningún otro factor o medicación se asociaba de forma independiente a una reducción de la tasa de estas complicaciones y que el riesgo de hemorragia, gastritis, infección o deterioro en la cicatrización de la herida no aumentaba con el uso de la aspirina (odss ratio para estos eventos adversos, 0.63, IC 95%, 0.54-0.74).
Los autores concluyen que la administración precoz de aspirina tras la cirugía de revascularización coronaria es segura y se asocia a un riesgo reducido de muerte y de complicaciones isquémicas cardiacas, cerebrales, renales y del tracto gastrointestinal.
Mangano DT et al. Aspirin and mortality from coronary bypass surgery. N Engl J Med 2002;347:1309-17
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