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Intervención coronaria percutánea multivaso en el infarto agudo

Roe y cols. (1) compararon los resultados de 79 pacientes sometidos a ICP de las arterias no culpables, además de la de la responsable del infarto (ARI) con un grupo control de pacientes sometidos solamente a ICP del vaso responsable del infarto. Los casos control se eligieron balanceando la edad y la clase Killip inicial. Las coronariografías se valoraron en un laboratorio core central. El end point primario fue una combinación de muerte, reinfarto, ICP repetida o necesidad de cirugía de revascularización coronaria a los 6 meses de seguimiento. Otros end points clínicos evaluados fueron el ictus y las complicaciones hemorrágicas que precisaron transfusión.

Las características basales fueron similares en el grupo sometido a ICP multivaso y en el grupo control sometido solo a ICP de la ARI. Los porcentajes de pacientes sometidos a ICP primaria vs ICP de rescate (tras terapia trombolítica sin éxito) fueron similares en los 2 grupos. El tiempo entre el comienzo de los síntomas y el inflado del balón fue algo inferior en el grupo de ICP multivaso, con el 60% de estos pacientes tratados en 6 horas frente a solo el 44% en el grupo de ICP de solo la ARI. Los grupos estaban bien equilibrados en lo que respecta a la localización de la ARI. Las tasas de éxito de la ICP sobre la ARI fueron equivalentes en los 2 grupos (98.7%) y la ICP sobre las arterias no culpables se realizó con éxito en el 97% de los pacientes en los que se intentó. No hubo diferencias en las tasas de contrapulsación con balón intraaórtico ni en el uso de inhibidores IIb/IIIa entre los 2 grupos. Los pacientes del grupo de la ICP multivaso recibieron con mayor frecuencia una stent en la ARI (70% vs 45%) pero no hubo una diferencia estadísticamente significativa en la frecuencia de reestablecimiento del flujo TIMI 3.

No hubo diferencias entre los pacientes de ambos grupos en la frecuencia del end point primario combinado a los 6 meses. Se observó una tendencia no significativa hacia una mayor mortalidad a los 30 días y a los 6 meses en los pacientes sometidos a ICP multivaso, tanto primaria (22.1% vs 11.5%) como de rescate (18.2% vs 16.7%). Hubo un aumento del riesgo de ictus en los pacientes sometidos a ICP multivaso (10.3% vs 0%; P=0.01). No se observaron diferencias significativas entre los grupos en las tasas de otros end points clínicos individuales, pero se observó una tendencia hacia una mayor tasa de reinfarto en los pacientes sometidos a ICP multivaso como terapia primaria (8.8% vs 1.6%; P=0.07).

Los resultados sugieren que la ICP multivaso en el IM agudo puede asociarse con un riesgo aumentado de eventos adversos. Sin embargo, Roe y cols. sostienen que los beneficios potenciales de la ICP multivaso en el IM agudo pueden no haberse puesto de manifiesto en este estudio. Sería muy interesante explorar sus beneficios potenciales en pacientes con función VI reducida o con shock cardiogénico. Roe y cols. reconocen que este estudio tienen múltiples limitaciones, sobre todo derivadas del pequeño tamaño de la muestra, diseño retrospectivo y posibilidad de sesgo en la selección de los pacientes elegidos para recibir la ICP multivaso en el momento del IM agudo. Insisten en la necesidad de realizar estudios prospectivos y aleatorizados para definir mejor la estrategia de revascularización óptima en pacientes con enfermedad multivaso que son sometidoas a ICP en el IM agudo.

Segun la Dra Vernon (2), la evidencia acumulada sugiere que la ICP primaria es la mejor estrategia de revascularización en los pacientes con IM agudo cuando se realiza en centros con intervencionistas experimentados en sta técnica. No es infrecuente que cuando se hace una coronariografía en pacientes con IM agudo se encuentre una enfermedad multivaso, además de la afectación de la ARI. Aunque es cierto que los resultados de la ICP multivaso con las técnicas actuales (sobre todo con el uso generalizado de stents coronarios) han mejorado notablemente y son similares a los de la revascularización quirúrgica en muchos subgrupos de pacientes, estos datos probablemente no son aplicables a los pacientes con IM agudo. De hecho, las guías de actuación clínica ACC/AHA recientemente revisadas, asignan a la ICP electiva de una arteria no relacionada con el infarto en la fase aguda del IM una recomendación clase III (situación en la que existe evidencia y/o consenso general de que el procedimiento/tratamiento no es útil/efectivo y, en algunos casos, puede ser perjudicial), con un nivel de evidencia C (consenso de opinión de los expertos). A pesar de esta recomendación, muchos intervencionistan han tenido la experiencia de ser tentados (o presionados) a intervenir sobre estas lesiones en vasos no responsables del infarto tras la realización con éxito de una ICP primaria. Esto se debe a una serie de razones, que van desde la preferencia de los médicos que remiten al enfermo a motivos de efectividad, económicos y de duración de la estancia hospitalaria o simplemente a que se trata de una lesión tipo A fácil de abordar en una arteria no culpable. Aunque al final se demuestre que la ICP multivaso puede ser una estrategia de revascularización aceptable e incluso óptima en el infarto agudo, el artículo de Roe y cols. avala mas la estrategia de "ver pero no tocar" las lesiones de los vasos no relacionados con el infarto en los pacientes con infarto agudo.

1. Roe MT y cols. Am J Cardiol 2001;88:170-173.
2. Vernon SM. The Cure Trial. Clinical Cardiology Alert 2001; 26:76-77.

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