Trasplante miocárdico de células madre de la médula ósea: ¿realidad o ficción?
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Un número significativo de estudios in vitro y preclínicos sugieren que la angiogénesis y la miogénesis cardiaca son factibles; de hecho ocurren espontáneamente. Sin embargo, los estudios clínicos realizados por el momento usando proteínas o terapia génica para liberar citoquinas angiogénicas (como el factor de crecimiento de los fibroblastos o el factor de crecimiento endotelial) han sido desalentadores.
Es posible que la angiogénesis sea un proceso demasiado complejo como para ser estimulado eficazmente con una única citoquina angiogénica. También puede ocurrir que las terapias de angiogésis y miogénesis resulten en beneficios tan pequeños que no sean detectables con los métodos de que disponemos en la actualidad. Otra posibilidad es que las estrategias que usamos para liberar estas terapias tengan que optimizarse y adaptarse a los agentes concretos y a las células a las que se dirigen. Finalmente, hay que tener presente que el efecto placebo es muy potente en la cardiopatía isquémica terminal.
Se están evaluando nuevas moléculas estimuladoras de la angiogénesis como el factor inducible por la hipoxia y se están investigando terapias celulares con mioblastos esqueléticos, células madre de la médula ósea, células madre circulantes derivadas de la médula ósea y células madre embrionarias.
El uso de células derivadas de la médula ósea como estimuladoras de la angiogénesis y miogénesis cardiaca es el centro de dos estudios publicados recientemente en la revista Lancet. Hung-Fat Tse y cols liberan mediante un catéter células mononucleares autólogas derivadas de la médula ósea en ocho pacientes con angina estable. Stamm y cols inyectan células AC133+ (que contienen una subpoblación de células madre CD45 con potencial angiogénico) en la zóna limítrofe del infarto en el momento de la cirugía de revascularización coronaria en 6 pacientes con infarto de miocardio reciente.
Aunque el número de pacientes es pequeño, las inyecciones intracardiacas de médula ósea autóloga parecen factibles y relativamente seguras. La mayoría de los pacientes tuvieron una clara mejoría sintomática y se objetivaron mejorías en la contractilidad segmentaria y en la perfusión miocárdica. Sin embargo, el efecto placebo impide sacar conclusiones válidas sobre la eficacia del procedimiento. No disponemos de datos sobre la supervivencia celular tras la inyección intramiocárdica y si las células supervivientes se diferenciaron en miocitos o en células endoteliales. Se precisan estudios mas amplios, aleatorizados, doble ciego y controlados con placebo con end points clínicos y mecanísticos.
Parece que el futuro de la terapia celular en la cardiopatía isquémica y en la insuficiencia cardiaca está en el uso de células madre (circulantes o derivadas de la médula ósea o de células progenitoras endoteliales) para promover angiogénesis o miogénesis. Se requieren mas estudios para definir cual es el mejor tipo de células a administrar, el grado en que estas terapias conducen realmente a la angiogénesis y la miogénesis y el método óptimo de liberación de dichas terapias. Una limitación que conlleva el uso de células madre adultas autólogas en el marco del infarto de miocardio es el retraso asociado con la recogida y readministración de las células, que puede reducir significativamente la probabilidad de un beneficio terapeútico en el tejido infartado.
Laham RJ et al. Bone marrow transplantation for the heart: fact or fiction?. Lancet 2003;361:10-11
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