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ICP en octogenarios

Aunque en octogenarios cuidadosamente seleccionados se puede proceder con seguridad a la cirugía coronaria, la mayoría de ellos tienen comorbilidades serias que gravan notablemente el riesgo de la cirugía, lo que hace que los pacientes y sus familiares la descarten. Los procedimientos de revascularización percutánea son mas apetecibles tanto para los pacientes como para sus médicos. Pero ¿hasta que punto son seguras y efectivas las ICP en los octogenarios?.

Recientemente se han publicado los datos de 2 registros con mas de 11.000 ICP en octogenarios. La población estudiada tenía muchas comorbilidades (diabetes 23%; cirugía coronaria previa 24%; ictus previo 18% e insuficiencia renal 11%) y la ICP se realizó casi siempre por un síndrome coronario agudo o infarto reciente mas que por cuadros de angina estable. La mitad de los pacientes tenían enfermedad coronaria multivaso. Los datos de estos registros confirman que la ICP en octogenarios se asocia a unos resultados a corto plazo aceptables. La mortalidad hospitalaria fue del 3.7% y estuvo muy ligada al tiempo transcurrido desde el infarto (en pacientes sin infarto fue de 1-35% y en pacientes con infarto en las 6 horas previas fue de 13.79%). La tasa de ictus fue del 0.4-0.6%, la de insuficiencia renal del 2.15% y la de complicaciones vasculares mayores del 3.73%.

Otra cuestión diferente es si esta ICP en octogenarios se traduce en un beneficio a largo plazo. En este sentido, un estudio poblacional amplio en Canadá ha demostrado que la revascularización en octogenarios prolonga la supervivencia con respecto al tratamiento médico (77% con cirugía, 72% con ICP y 60% con tratamiento médico).

La supervivencia no es probablemente el resultado mas importante en el anciano. Los enfermos de mas de 80 años lo que desean sobre todo es calidad de vida mas que cantidad. En el estudio TIME, los pacientes de mas de 75 años revascularizados tenían una calidad de vida significativamente mejor que los tratados médicamente, con una tasa significativamente menor de angina y de reingresos por SCA o reinfarto (19% vs 49% a los 6 meses).

El problema es que se estima que aproximadamente un cuarto de los octogenarios no pueden ser revascularizados por no permitirlo su anatomía coronaria.

Una vez que se ha decidido realizar una ICP en un octogenario, la próxima decisión se refiere al uso o no de los antagonistas IIb/IIIa, que en pacientes mas jóvenes reducen la tasa de muerte e infarto tras la ICP. Los estudios aleatorizados realizados hasta ahora han demostrado además de su eficacia su seguridad. El problema es que en estos estudios los octogenarios estaban excluidos o infrarrepresentados. Un estudio publicado recientemente en la revista JACC demuestra que los antagonistas IIb/IIIa en octogenarios sometidos a ICP, aunque aumentan algo la tasa de sangrado importante, con caida del hematocrito del 10% o superior (7.8% vs 4.2%), no incrementan significativamente la necesidad de transfusiones y, lo que es mas importante, no produjeron casos de hemorragia cerebral.

Estos datos no obvian la necesidad de realizar un estudio aleatorizado sobre los antagonistas IIb/IIIa en octogenarios sometidos a ICP. Sin embargo, parece muy improbable que dicho estudio se efectúe en un futuro inmediato. Por ello, se deben reportar datos de registros que suplementen los obtenidos del estudio de Sadeghi y cols. De momento, parece seguro usar los antagonistas Iib/IIIa en octogenarios sometidos a ICP.

Ragosta M. Percutaneous coronary intervention in octogenarians and the safety of glycoprotein Iib/IIIa inhibitors. JACC 2003;42:433-6.
[PubMed]

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corazón, diabetes, angina, arritmias y cardiología

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