Ondas T negativas en el electrocardiograma de los atletas: ¿pueden o no pueden continuar con el deporte?
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Cada día, y cada vez con más frecuencia, se remiten a las consultas de cardiología deportistas (federados o no) de alto nivel de entrenamiento, en los que la aparición de alteraciones en el ECG (ondas T negativas), plantean dudas sobre la existencia de patología subyacente. Algunos documentos de la European Society of Cardiology, ayudan en esta interpretación. Así, la inversión de ondas T en aVR, III y V1 deben considerarse como normales y, en atletas afro-caribeños, también debe considerarse como adaptación normal al ejercicio, la inversión de ondas T de V1 a V4 siempre precedido por segmentos ST “en cúpula” (“domed”).
El grupo de F. Carré del Departamento de Medicina del Deporte de Rennes (Francia), plantea determinar la presencia de patología subyacente en atletas de competición con inversión de ondas T (en derivaciones distintas a las consideradas como normales , mencionadas en los documentos de la ESC) y analizar la eficacia de la cardioresonancia magnética (CRM) en esta valoración. Para ello, entre 2008-2013, estudian 6372 atletas de diferentes razas, detectando 155 atletas asintomáticos con ondas T negativas consideradas como anormales. Estas ondas T negativas se distribuyeron de la siguiente manera: II, III aVF o V5-V6 (83.9%), en todas las precordiales (8.4%) y V1-V4 (6.5%). A todos ellos se les realizó un examen clínico, historia familiar (preguntas sobre presencia de miocardiopatías o muerte súbita en familiares de 1º grado < 55 años), ecocardiograma, CRM, test de esfuerzo con consumo de 02 y Holter. Aquellos atletas con ondas T negativas anormales en las que el resto de pruebas fueron normales, se revaluaron al año, permitiéndoles mantener su actividad deportiva.
Los resultados obtenidos mostraron que el 44.5% de los atletas estudiados (con ondas T negativas anormales) tenían patología cardíaca subyacente, fundamentalmente miocardiopatía hipertrófica (81%). El ecocardiograma detectó 37 miocardiopatías subyacentes (31 MCH, 3 displasias arritmogénicas de VD, 2 miocardiopatías no compactadas y una miocarditis). En los que tenían un ecocardiograma normal, la resonancia detectó 20 MCH, una displasia y 3 miocarditis. Y el seguimiento anual, en aquellos en que todas las pruebas habían salido negativas, detectó un 7.2% de casos que mostraron patología, a pesar de valoración previa normal.Por tanto los autores, remarcan la utilidad de la CRM en este tipo de pacientes, incluso en casos en los que el eco es normal, ya que además de diagnosticar zonas de fibrosis, permite la visualización de segmentos miocárdicos en ocasiones de difícil visualización mediante el eco (como son los apicales o la pared libre anterolateral).También enfatiza la utilidad de los seguimientos anuales en estos pacientes ya que pueden tornarse patológicos.
Como dato curioso la “normalización”de las ondas T durante el ejercicio se observó tanto en pacientes con miocardiopatía subyacente como los que no, por lo que esta “positivización” no debe ser utilizada como criterio de benignidad. En aquellos atletas con ondas T negativas patológicas, pero pruebas normales, recomiendan que el paciente siga haciendo deporte, pero con seguimientos anuales y pautas de educación para atención temprana ante síntomas (aviso al club, al entrenador, etc.), así como examen ecocardiográfico y electrocardiográfico de los familiares de 1º grado.
El estudio tiene limitaciones importantes. Una es la falta de estudios genéticos, que los autores achacan a razones financieras. Evidentemente en el 2008, los estudios genéticos (método Sanger) eran más limitados y más caros que en la actualidad (ultrasecuenciación o NGS). En la MCH, que fue la principal patología detectada en este estudio, la posibilidad de encontrar una mutación patogénica, hoy en día, oscila entre el 50 y el 70% de los casos. Otra es que no se hicieron estudios familiares, porque eran atletas internacionales de diferentes orígenes. La MCH es una enfermedad familiar con una herencia autosómica dominante, por lo que el estudio de la familia, en muchas ocasiones nos orienta hacia el diagnóstico. También llama la atención el elevado número de atletas que en esta serie presentan miocardiopatía hipertrófica (1%). Esta prevalencia sugerida de MCH en atétas de competición está muy por encima de la reportadad previamente en otros estudios (0.2%) y refleja probablemente sesgos de selección en la serie o que los atletas negros están sobrediagnosticados.
El artículo se acompaña de un editorial de Sanjay Sharma & M. Papadakis, dónde proponen un algoritmo diagnóstico en este tipo de pacientes que es de obligada lectura.
En resumen, la presencia de ondas T negativas en atletas (que no sean en aVR, III y V1 en blancos y en V1 a V4 en atletas afro-caribeños) deben considerarse como posiblemente patológicas y deben ser estudiadas al menos con ecocardiograma y cardioresonancia (incluso con eco normal) y deben ser evaluados anualmente. Creo que el estudio cardiológico de los familiares de 1º grado y el estudio genético, deben ser incluidos en la valoración de este tipo de pacientes. No está claro lo que puede pasar a largo plazo con estos atletas que presentan estas alteraciones en ECG, pero quizás el riesgo de sufrir una MS o una miocardiopatía en el futuro debe ser tenido en cuenta, sobre todo si el deporte se realiza dentro de un ámbito recreacional.
Referencias:Schnell F, Riding N, O'Hanlon R, Axel Lentz P, Donal E, Kervio G, Matelot D, Leurent G, Doutreleau S, Chevalier L, Guerard S, Wilson MG, Carré F. Recognition and significance of pathological T-wave inversions in athletes. Circulation 2015;131(2):165-73. [Pub Med] [Texto completo]
Sharma S and Papadakis M. Interpreting the Athlete´s EKG: Are all repolarization anomalies created equal?. Circulation 2015;131:128-130 [Pub Med] [Texto completo]
Autor:
Roberto Barriales Villa.
cardioprimaria.com. [ > ]; 22-11-2024
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el 22 Noviembre 2024