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Consumo de cocaína e infarto de miocardio. Una relación cada vez más frecuente
Son múltiples los mecanismos por los cuales la cocaína puede desencadenar un síndrome coronario agudo. Esta droga aumenta el consumo de oxígeno al inducir taquicardia, elevar la tensión arterial y aumentar la contractilidad miocárdica e induce vasoconstricción coronaria lo que podría explicar que alrededor de un 20% de los pacientes con infarto tras consumo de cocaína tengan coronarias normales. Igualmente, induce trombosis coronaria al estimular la activación y agregación plaquetaria mediante diversos mecanismos.
Un estudio publicado en el último número de la Revista Española de Cardiología parece confirmar que el consumo de cocaína está aumentando y es probable que veamos a más pacientes de este tipo en los servicios de urgencias. Esto es clínicamente relevante puesto que el tratamiento recomendado para los pacientes con dolor torácico asociado al consumo de cocaína difiere del tratamiento estándar. Así, se considera que los betabloqueantes están contraindicados tras el consumo de cocaína por el supuesto aumento de la vasoconstricción coronaria. En modelos de animales se ha objetivado que los betabloqueantes tras el consumo de cocaína dan lugar a una disminución del flujo sanguíneo coronario y a un aumento de la mortalidad. La AHA desde el 2008 recomienda evitar los betabloqueantes incluso en caso de infarto de miocardio definitivo tras el consumo reciente de cocaína si bien aconseja prescripción al alta según se considere o no probable que el paciente continúe consumiendo cocaína.
Durante un periodo de 1 año, 1.240 pacientes de menos de 55 años fueron atendidos en la unidad de dolor torácico del Hospital Clinic de Barcelona. De ellos, 63 (5%) lo sufrieron en relación con consumo de cocaína (el 7% de los varones y el 1,8% de las mujeres). Estos pacientes eran más jóvenes (35 ± 10 frente a 39 ± 10 años; p = 0,002) y más frecuentemente varones (el 87 frente al 62%; p < 0,001) y fumadores (el 59 frente al 35%; p < 0,001). Los pacientes consumidores de cocaína tuvieron una mayor incidencia de infarto de miocardio (el 16 frente al 4%; p < 0,001), especialmente con elevación del ST (el 11,1 frente al 1,6%; p < 0,01). Tras ajustar por los factores de riesgo coronario, los antecedentes cardiovasculares y el tratamiento previo, el consumo reciente de cocaína se asoció a una odds ratio de infarto de 4,3 (intervalo de confianza del 95%, 2-9,4).
Cabe destacar que el 60% de los pacientes con infarto de miocardio recibieron tratamiento con betabloqueantes, si bien no se mencionan los acontecimientos adversos en los pacientes con infarto de miocardio que fueron tratados con betabloqueantes; la notificación de una ausencia de acontecimientos adversos incrementaría la literatura médica existente respecto a esta difícil población de pacientes. Por otra parte, en este estudio, el 16% de los pacientes jóvenes que consultaban por dolor torácico no traumático negaban ese consumo a pesar de tener un resultado positivo para metabolitos de cocaína en la orina.
En definitiva, el dolor torácico asociado al consumo de cocaína es un problema frecuente en los servicios de urgencias, especialmente en los varones de menos de 55 años, y se asocia a un riesgo 4 veces mayor de infarto de miocardio. Los autores insisten en la necesidad de preguntar sobre el consumo de cocaína a todos los varones de menos de 55 años con dolor torácico y aunque un paciente joven con dolor torácico niegue el consumo de cocaína, debe considerarse que puede haberla consumido.
Prevalencia, características clínicas y riesgo de infarto de miocardio en pacientes con dolor torácico y consumo de cocaína. Rev Esp Cardiol 2010; 63(9): 1028-34 [Sumario][Texto completo]
Autor: José Ángel Rodríguez Fernández
José Ángel Rodríguez Fernández. Consumo de cocaína e infarto de miocardio. Una relación cada vez más frecuente